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La deforestación global avanza en 24 frentes, nueve están en América Latina y uno de ellos en parte de Centroamérica
Entre las zonas identificadas se encuentra la Selva Maya, compartida por Guatemala, Belice y México. El informe de WWF detalla lecciones aprendidas y plantea soluciones.
Nueve de los 24 frentes se encuentran en América Latina, región que ha experimentado una disminución del 94% en las poblaciones de vida silvestre monitoreadas por el Índice Planeta Vivo. Esta alarmante disminución en biodiversidad es atribuida, en gran parte, a la pérdida y degradación de hábitat causada por el cambio de uso de suelo. El reporte identifica las principales causas y las soluciones eficientes.
El informe encontró que la deforestación se estaba produciendo a tasas más altas en la Amazonía brasileña y el Cerrado, la Amazonía boliviana, Paraguay, Argentina, Madagascar y Sumatra y Borneo, en Indonesia y Malasia.
Uno de los frentes de deforestación ocurre en la Selva Maya, compartida por Petén en Guatemala, Belice y el sur de México. La Selva Maya, uno de los bosques tropicales más grandes de América, proporciona importantes servicios ambientales, incluido el secuestro de carbono y biodiversidad, así como recursos forestales vitales para las comunidades rurales. Mientras esta región ha sido objeto de deforestación durante mucho tiempo, las fronteras de la pérdida de bosques han cambiado. En la última década, la deforestación se ha desplazado del sur al noroeste de Petén (Guatemala), y ha avanzado cada vez más sobre el noreste de Campeche y sur de Quintana Roo (México). Los impulsores de la deforestación también han cambiado. Si la ganadería y la tala y quema fueron los principales impulsores en el pasado, la agricultura (a pequeña escala, pero especialmente a gran escala) juega ahora un papel cada vez más importante.
A nivel global, el reporte identifica 12 impulsores de deforestación, entre los que la agricultura comercial se ubica como una de las mayores causas detrás de la pérdida de bosques alrededor del mundo, con áreas boscosas despejadas con el fin de crear espacio para el ganado y los cultivos. En América Latina, la ganadería, la agricultura a gran escala, la agricultura de subsistencia, la minería, la infraestructura de transporte y los incendios se resaltan como los mayores impulsores de pérdida de bosque.
El informe explica que los bosques degradados y fragmentados son más propensos a los incendios, que a su vez afectan de manera directa al clima. Se estima que los incendios en la Amazonía durante el 2019 causaron 1,1% de las emisiones globales de carbono, y 80% de las emisiones de Brasil. Es así como el reporte enfatiza la conexión entre la deforestación y el cambio climático.
“La reducción de la deforestación también debe ser parte de la solución al problema del cambio climático”, afirmó Pablo Pacheco, científico principal de la práctica de bosques de WWF y coautor del informe. “La agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra representan una cuarta parte de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero, por lo que, al abordar la pérdida de bosques, podemos reducir nuestras emisiones. No hay alternativa si queremos lograr nuestros objetivos climáticos globales".
“Si bien las cifras que compartimos son alarmantes, la pandemia de COVID-19 puede brindar una oportunidad para el tipo de cambios transformadores que son esenciales en la meta de salvaguardar nuestros bosques”, advirtió por Fran Raymond Price, líder global de la práctica de bosques de WWF.
“Necesitamos cambiar nuestra relación con la naturaleza. Debemos reducir el consumo excesivo y dar más valor a la salud y la naturaleza en lugar del actual énfasis en el crecimiento económico y las ganancias financieras a toda costa. El riesgo de que surjan nuevas enfermedades es mayor en las regiones de bosques tropicales que están experimentando cambios en el uso de la tierra”, explicó Price.
Soluciones para frenar la deforestación
El informe analiza las soluciones y respuestas a la deforestación y concluye que estas deben ser integrales y adaptadas al contexto local y regional. Enfatiza que no hay un enfoque único ni un criterio universal, y deja claro que las respuestas más efectivas son aquellas que combinan múltiples soluciones.
Los enfoques para detener la deforestación han evolucionado con el tiempo. En particular, ha habido un cambio de la dependencia únicamente en políticas y regulaciones estatales que promueven la sostenibilidad ambiental en el largo plazo, a un mayor énfasis en las iniciativas basadas en el mercado, incluido el Pago por Servicios Ecosistémicos (PSE) y los esquemas de certificación, que aseguran crecimiento económico en el corto plazo. Los compromisos corporativos con la deforestación cero también han ido en aumento, entre ellos los de las instituciones financieras.
En la Selva Maya
En el caso de la Selva Maya, algunos de los hallazgos a los que hace mención el reporte indican que las áreas protegidas junto con regímenes que aseguran derechos colectivos sobre los recursos naturales y la tierra han demostrado ser eficaces para contener la deforestación. La deforestación persistente ha estado asociada con la especulación de la tierra y la usurpación de tierras públicas. Los incentivos de intensificación agrícola pueden, en algunas circunstancias, ser eficaces para detener la deforestación, pero carecen de salvaguardas ambientales y de suficiente integración con políticas medioambientales. Los esfuerzos para garantizar la sostenibilidad de la cadena de valor mediante las normas voluntarias u otros mecanismos han sido insuficientes.
Para la Selva Maya, el reporte recomienda tomar acciones como las que se enumeran a continuación:
- Fortalecer los arreglos de gobernanza inclusivos y participativos y mejorar las capacidades para la gestión eficaz de áreas protegidas.
- Asegurar la tenencia de la tierra o los derechos sobre los recursos para las comunidades rurales.
- Fortalecer y ampliar los proyectos forestales comunitarios, que han demostrado estar vinculados a bajas tasas de deforestación y revertir la extracción de madera insostenible en tierras nacionales y comunitarias donde aún se está produciendo esta práctica.
- Mejorar el vínculo entre los incentivos para la intensificación agrícola, medios de vida sostenibles y resultados ambientales.
- Supervisar y mejorar la sostenibilidad de la cadena de valor.
- Evaluar el efecto sobre la deforestación que las políticas públicas y los planes de infraestructura tienen, tendrán o podrían tener en la región.
El reporte hace un llamado a los ciudadanos alrededor del mundo a tomar acción para frenar la pérdida de bosque evitando el consumo de productos asociados a la deforestación, como ciertas carnes, soya y aceite de palma, revisando etiquetas y buscando productos certificados para determinar su procedencia. También propone acciones urgentes por parte de gobiernos, empresas y reguladores, que deben aplicarse de forma combinada. Estas incluyen:
- Asegurar los derechos de tenencia de tierras de los pueblos indígenas y las comunidades locales.
- Asegurar la conservación de áreas de alto valor de biodiversidad.
- Garantizar que los productos procedentes de los bosques se produzcan y comercialicen de forma legal y sostenible.
- Garantizar que las cadenas de suministro de las empresas sean lo más sostenibles posible y alentar a más empresas e instituciones financieras a comprometerse con la deforestación cero.
- Promover el involucramiento entre países consumidores y países productores al momento de diseñar soluciones viables a largo plazo.
- Crear políticas y legislación que aseguren que todos los bienes y productos forestales importados - y las finanzas relacionadas - estén libres de deforestación y conversión de ecosistemas, y respeten los derechos humanos.
© WWF
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